miércoles, 26 de junio de 2013

Jornada 26

En una tacita de café
hice un hombre triste
quemé tres cigarrillos
y cinco servilletas
pensé mil veces la
misma encrucijada y
me arrodillé ante dios
ese barbudo famosísimo
a decirle disculpe usted
toda la incredulidad
todo lo que se sospechó
sobre su inexistencia
y otras cosas de uno mismo
(falta culpa yerro
defecto mancha desliz
infracción transgresión
maldad vicio
 imperfección flaqueza
esas delicias del espíritu)
y ahí nomas aprenderse el rezo
y pedir desvergonzadamente
un país del vino alegre como
los atardeceres del uruguay
el guiso de la madrugada
y alguna que otra servilleta
sin usar /
es decir que un café
sirve para muchas cosas
entre ellas fustigarse el soliloquio
con vehemencia y acierto
llorar un moco bien puesto
y quererse de nuevo
para pedir la cuenta y que sean
quince pesos con cincuenta
entonces uno pueda dejar
el billete de dos pesos más ajado
de toda la billetera
medio escondido bajo la taza
y salir con cachetes colorados
dejar allá atrás la taza
y llevarse el souvenir:
un hombre triste
una encrucijada
la docena de posibilidades
el padrenuestro recién sabido
y así entrar a otro café
y a otro
y a otro
y a otro

hasta que los días se resuelvan ajenos . 

ína ~

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