En la
repentina ventisca de la noche
tus brazos
se abrieron como señales
descabelladamente
fui atravesada por
todas tus
aves hambrientas
alimentada
por tu furia ancestral de la noche
amanece el
día en la cama revuelta de vos
que no
apareces sino en visiones
deshaciendo
las voluntades a tu gusto
con música
de otra tierra
yo escribí a
tus pies
yo me
escribí a tus pies
yo me
entregué ciegamente a tus pies
vos
desaparecido eras sombrita del árbol
te movías
con la luz
tenías una
mitad alante como un tero
y existías en mi cuerpo
como la
marca del adiós.
ína ~
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