Cada día que
amanecí
para subir
al colectivo
que rompe
castelar
siempre por
la misma huella,
fue un día
de amor.
Con esa
nostalgia proyectiva
que asume su
rol de
firme
miradora del pasado
pero se
rebela un poco
y esperanza
las visiones
del futuro
en tus brazos,
anduve o
ando
mirando a la
ventana o
leyendo a
Juan y
pregunto qué
me hiciste
por qué sos
una grieta
hermosa en
mi sistema.
Las hojas amarillas
se nos
volaron de los rostros
y hay que
florecer,
que te brote
el verde por la boca
si fuera
necesario
para
ablandar los horizontes
que te
quiebran.
Cada día
amanecido
se me
cultiva este amor solito
y crece como
un sol.
Querida, no
me preocupa
estar con el
cuerpo de algodón
detrás de tu
mirada, pero
¿cómo se
hace mañana
para
parlarte un cariño
más grande,
más definitivo?
No me lloren
tus arbóles de viento
hoy es un
mañana
del que
hablamos muchas veces
que trepa la
colina por fuerza de pasiones
no lloren
más tus arbóles desnudos
el colectivo
rompe por Francia
ína ~
No hay comentarios:
Publicar un comentario