lunes, 18 de julio de 2011

Aquí y allí.

Te preguntarás de vez en cuando hasta dónde pueden llegar estas sensaciones, hasta dónde puede estar tu alma aguardando que cese la tormenta, hasta dónde quedarán hoyos en el pecho y hasta dónde espinas en las palmas.
Te preguntarás con frecuencia, por qué las tormentas nunca duran lo que se espera, por qué los finales no son tangibles, por qué los inviernos se recuerdan más oscuros que los veranos.
Solo recordarás algunos hechos con cierta objetividad, y serán esos los que se conservarán más francamente en buenos términos con las cláusulas de tu propia normativa. Sólo sabrás que sabes unas pocas cosas en el mundo. Todo podrá volverse entonces como una mera foto de los paisajes de la vida, y sin comprender una palabra, podrás decir ‘comprendo’( pues allí no habrá palabras).
Y allí habrá una puerta que se abre sin preámbulos ni dedicatorias, pero sabrás que aquel fin, lejano de la farándula y el amarillismo tiene tatuada tu identidad en cada partícula del aire. Y allí entras. Y allí te quedas. Y allí permaneces. Y allí adiós. Y aún allí, te recuerdo, nunca eres olvido.

ína

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